lunes, 4 de noviembre de 2013

¿Cómo? ¿Que no funciona la psicoterapia?

"Aprendí que no se puede dar marcha atrás,
que la esencia de la vida es ir hacia delante.
La vida, en realidad,
es una calle de único sentido".
Ágatha Christie


Es cierto. A algunas personas no les funciona la psicoterapia y no descubren ningún cambio, positivo o negativo, en sus conductas, pensamientos o emociones después de acudir puntualmente a sus sesiones. Eso dicen, o simplemente dejan de asistir.

¿Y a qué se debe esto? ¿Cómo es que el mismo terapeuta le parece bastante recomendable a un paciente y no le resulta útil a otro? Como ha ocurrido otras veces, estoy ante una cuestión que tiene más de una causa. 




Desde el principio de los tiempos psicológicos se cuestionaba la eficacia de la terapia para todo tipo de personas, pero en mi opinión esto se debía más a ciertos prejuicios de los padres del psicoanálisis, que se creían más listos que el resto de los mortales y aseguraban que únicamente las personas con un coeficiente intelectual alto podrían beneficiarse con este análisis. Y claro, también se requería un nivel económico alto y suficiente tiempo, porque las consultas de este primer grupo (y de sus seguidores) eran bastante costosas y se decía que el análisis debería durar por lo menos un año para obtener resultados confiables. Bueno. Si no estabas en el grupo de los listos y adinerados nunca te iba a funcionar el psicoanálisis, y esta fue la primera respuesta.

Los señores conductistas dieron un salto hacia otros intereses de los pacientes y apostaron por los cambios rápidos y prácticos en su comportamiento, eliminando o reduciendo problemas de disciplina y aprendizaje principalmente, aunque también tiene aplicación en situaciones clínicas. Además extendieron el campo de acción a otros individuos que no necesariamente deberían ser de inteligencia alta y cartera generosa. Sin embargo, hay pacientes que recaen en las conductas nocivas o dañinas aún después de haber tomado la terapia conductista, como si el efecto fuera más inmediato y se redujera a largo plazo, con el paso del tiempo, si no se daban ciertas condiciones para reforzar el cambio conductual

Para acabarla de complicar Milton Eriksson, la leyenda de la hipnosis y el tutor de la PNL, aseguraba que más de la mitad de los pacientes que acuden a terapia hubieran mejorado y algunos hasta resuelto su problema sin haber ido a terapia, porque nuestra naturaleza humana es adaptativa y tendemos a buscar la vida y el crecimiento. Y además, como somos seres sociales, las relaciones con nuestros semejantes nos retroalimentan y provocan cambios en nuestra percepción del mundo aún cuando no lo deseemos; después de cambiar nuestra forma de ver el mundo, también cambia nuestra forma de actuar en él. La tercera respuesta es que la psicoterapia no le funciona a algunas personas porque simplemente no la necesitan.

Hay algunos conceptos que hemos desarrollado pomposamente los psicólogos para abordar esta cuestión de una manera menos vergonzosa para no admitir que en algunos casos se puede prescindir de nuestros servicios. Así, hablamos de "resistencia" cuando un paciente rechaza o no acepta algún descubrimiento acerca de su personalidad, su conducta o su esquema de pensamiento. También hablamos de la "transferencia" y la "contratransferencia" para indicar que se están enredando el terapeuta y su paciente, o viceversa, y que la psicoterapia ya no es tan objetiva como debió serlo al principio. 

Ante los hechos, y sin mediar ninguna teoría rebuscada, es notorio que algunos pacientes dejan de acudir a psicoterapia porque no les resulta lo que esperaban. Y aunque ya expuse algunas teorías de los grandes, también quiero añadir mi opinión coloquial y silvestre, aclarando que es mera opinión:


"El que partió hacia nuevos horizontes,
ya no será el mismo que regresa, y
el que regresa, no estará en el mismo punto,
que en su momento de partida".
Ángeles Martín


Según yo, a algunas gentes no les funciona la terapia psicológica porque:

1. Tienen amistades de su confianza con los que pueden hablar, expresarse con sinceridad y sin miedo a que se burlen de lo que comparten ni les avergüencen por hablar. Son personas que se desenvuelven en un ambiente que favorece el desarrollo personal.

2. A veces el terapeuta no es el adecuado para esa persona. Con la variedad de escuelas, tendencias y estilos de dar psicoterapia, no es raro que los procedimientos de un terapeuta en particular no le resulten útiles a algunos pacientes, y si le resultan útiles, tal vez no le resulten fáciles de asimilar, o tal vez... Puede haber muchas suposiciones, el hecho principal es que el paciente debe sentir plena confianza en el terapeuta para abrir su caja de secretos y compartirle esas cosas que le provocan tensión, ansiedad, vergüenza, dolor, enojo, impotencia o miedo en sus relaciones con los demás. Y sí, puede haber mucha diferencia entre un terapeuta y otro. ¿Cuál es el terapeuta adecuado, el mejor de todos? Para cada quien será aquel en el que pueda confiar

3. No es el momento para que la persona realice los cambios que requiere. Éste es un lugar común en psicología y suena a disculpa del terapeuta, pero estoy convencido de que en algunas ocasiones es real y aún si el paciente reconoce que tiene la solución a su conflicto si realiza x cambio en sus actitudes, aún no está en condiciones de llevarlo a cabo. Puede estar consciente de que requiere ayuda o apoyo y puede recibirlo, pero le falta avanzar alguna etapa o vivir alguna experiencia específica que lo anime a convertir el apoyo terapéutico en acciones concretas. Mi terapeuta Javier me decía "Te hace falta creértela".

4. El paciente no encuentra las soluciones que quiere. La terapia es un espacio para descubrir soluciones personales, pero algunas personas acuden únicamente a pedir consejo y curiosamente toman como un consejo todo lo que se maneja en terapia, aunque se les aclare que no se trata de consejos sino de retroalimentación y que cada uno es responsable de sus decisiones (por eso dicen que no hay peor ciego que el que no quiere oir). Si el terapeuta cae en el juego de "resolverle la vida" a un paciente, éste dejará de ir cuando descubra que está repitiendo la pauta de su vida. SI el paciente no encuentra los consejos y las respuestas que quiere, también podría dejar de asistir y tal vez regrese a psicoterapia en otro momento o con otro terapeuta, cuando esté dispuesto a recibir impresiones y conceptos distintos a los propios.

5. La relación valor-precio. También en esto de los costos hay toda una gama de terapeutas, los hay que cobran el trabajo de una sesión en menos de 100 pesos y los hay que se cotizan muy arriba de los 1,000. En lo personal respeto cada cotización y el precio que cada uno decida poner a su esfuerzo; sin embargo en la percepción general se tiende a considerar que un buen profesionista debe cobrar bien por sus servicios, y esta es una razón para que algunos pacientes decidan ubicarse en otro nicho de mercado, ya sea porque les da desconfianza asistir con un terapeuta que cobra demasiado poco o al contrario, porque les parece que el terapeuta tiene un precio muy elevado. La percepción del valor que tiene el servicio recibido es subjetiva, en mis primeros años como terapeuta me rechazaron pacientes cuando supieron que cobraba muy barato, aunque les habían dado buenas referencias mías.

6. Hay pacientes que no creen en los psicólogos ni en la psicoterapia. Van a fuerza por complacer a los familiares o por no tener problemas con su pareja o con otra persona, o porque es un requisito del trabajo o la escuela pero sin sentir el compromiso de realizar cambios en su propia persona. Algunos dicen simplemente "yo solo puedo con mis problemas" y rápidamente dejan de ir, ya pueden decirle a los demás que fueron a terapia y demostrarles que eso de nada sirvió.

7. Hay terapeutas que no han desarrollado las competencias necesarias. Esto ocurre, y es deber el terapeuta mantenerse actualizado, llevar su propio proceso terapéutico y retroalimentar con colegas para seguir aprendiendo y creciendo.

8. El paciente ya no necesita la psicoterapia. Esto también pasa, por suerte. Es como cuando uno acude al doctor urgentemente porque tiene una enfermedad o una dolencia y sigue el tratamiento religiosamente al principio, pero con el paso del tiempo ese tratamiento hace que disminuyan las dolencias y así, con frecuencia, se deja de ir a las siguientes citas porque uno sabe que ya está curado y puede seguir haciendo su vida. También en psicoterapia el paciente se va dando cuenta de sus cambios en la manera de relacionarse y de verse a sí mismo, así que un día simplemente decide probar y enfrentar las situaciones cotidianas sin depender de la asesoría psicológica, aunque, como en todo tratamiento, lo deseable es cerrar bien el proceso.




Debe haber más razones por las que a algunas personas no les resulta eficaz la psicoterapia, y todas ellas son igual de válidas y respetables.

Cuando se realiza por verdaderos profesionales, la psicoterapia implica compromiso, sensibilidad, comprensión, acompañamiento y sinceridad con las personas que se acercan a buscar ayuda. Si no encuentran esto por la razón que sea, es natural que se alejen y le pierdan interés a la psicoterapia. Pero en la salud mental también es válido pedir una segunda o tercera opinión para encontrar al especialista adecuado y encontrar una solución.

Hasta luego.

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