martes, 7 de agosto de 2012

Buscando a la persona perfecta

"Lo que nos decepciona de los demás no es lo que hacen, sino lo que esperamos que hagan"
(Mayté Vargas)

Vivimos buscando la perfección fuera de nosotros, de hecho vivimos exigiendo la perfección a los demás, como si nosotros mismos ya la tuviéramos. Tenemos por cultura muy arraigada la costumbre de idealizar a la gente que queremos, y al hacer esto es como si le echáramos encima una maldición: Quedará condenada a no fallar nunca, a ser como me he imaginado que es, a estar siempre para mi como yo quiero que esté, y a ser culpable de mi felicidad o de mi tristeza. Así de grande es el poder que creemos darle, para no hacernos responsables de nosotros mismos (sí: así es la codependencia).

Si somos niños idealizamos a nuestros padres.
Si somos jóvenes idealizamos a nuestros artistas o deportistas favoritos.
Si somos estudiantes idealizamos al maestro.
Si somos pareja idealizamos al novio o la novia.
Si somos esposos idealizamos nuestra vida matrimonial.
Si somos padres idealizamos a nuestros hijos y nietos.
Si somos jefes idealizamos a algún empleado, o al revés.
Si somos ambiciosos idealizamos a quien sabe enriquecerse sin importar cómo.
Si estamos decepcionados de nuestra vida idealizamos la felicidad del vecino.

Idealizar, idolizar, llevar más allá de lo humano a alguien. El problema se presenta cuando esa persona idealizada actúa como cualquier ser humano común y corriente, rompiendo la imagen de perfección que en muchas ocasiones ni siquiera era consciente de tener. Entonces vuelve a la carga el Rey Mierdas (http://hemebe-psicoterapia-ags.blogspot.mx/2011/08/para-que.html) y juzga con dureza al ídolo caído: si se mostró humano no merece nuestra atención, sigamos buscando a un ser perfecto, aunque esté lejos de aquí, lejos de mi. Y estará lejano siempre, porque es la mejor manera de idealizar a quien sea: Una vez que esté cerca se volverá cotidiano, humano, normal y perderá su valor.

Me preguntaban hace poco en tono de decepción (de ahí viene este escrito) que si la costumbre viene a terminar con el amor. Obviamente no tengo la respuesta a una pregunta tan profunda y tan común en las parejas, pero querían mi opinión y yo digo que la costumbre es parte del amor. Cuando se termina la idealización, y la pasión fogosa que impera al principio de casi todas las relaciones de pareja comienza a reducir su temperatura, nos encontramos frente a frente con otra persona, otro ser humano igual que uno mismo, comenzamos a notar más sus defectos que sus virtudes y vamos sospechando que también tiene algunos momentos de tedio, igualito que uno mismo. Se comienza a ir la ilusión de haber alcanzado la perfección a través de otra persona (porque además somos cómodos: ¿para qué esforzarnos en alcanzarla en nuestro interior?).

Esta historia es tan común y corriente que ninguno de nosotros se reconocerá como protagonista de ella, sin embargo al vivirla tenemos la oportunidad de descubrir el amor a los demás y a uno mismo a través de la aceptación, la humildad y esos sentimientos que nos acompañan cuando abrimos la puerta al amor humano, sin idealizaciones: confianza, respeto, comprensión... y lo mejor de todo es que no es necesario renunciar a la pasión, solamente le pedimos que haga espacio para compartir su reinado.

Si no podemos hacer esto de amar y comprometernos con una persona tan persona como nosotros en la vida diaria, siempre podremos elegir seguir buscando a la persona perfecta fuera de nosotros, como si fuéramos cazafantasmas. Cualquiera que sea el camino que escojas, lo mejor es seguir la regla básica: tratar de que nadie salga lastimado.

Hasta luego.

"Lo maravilloso siempre se vuelve normal"
(Bob Dylan)

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